Gustavo murió el 5 de mayo. Su partida deja un gran vacío en la Ecología y la Historia Natural, no solo de Colombia sino de toda nuestra América. Después de haber ejercido como controlador aéreo y abandonar sus estudios de ingeniería electrónica, Gustavo encontró su verdadera vocación en la Biología, la cual estudió en la Universidad del Valle, donde fue un destacado estudiante. Aunque Gustavo siempre fue reconocido como ornitólogo, sus intereses iban más allá de las aves, al punto de haber realizado su tesis de maestría en la Universidad de la Florida en ecofisiología de lagartos Anolis, aunque eso sí, regresó al estudio del parasitismo de aves en su disertación doctoral.
Después de graduarse de su doctorado, en 1994 regresó a Colombia en compañía de su esposa, la también ecóloga Carolina Murcia y fundaron EcoAndina, una fundación enfocada en el estudio de la ecología para la conservación. Con el empuje de Gustavo y Carolina, EcoAndina se constituyó en verdadero semillero de jóvenes ecólogos donde por 15 años se desarrollaron significativos aportes a la ecología y conservación de los bosques andinos. Durante los últimos 10 años, Gustavo se desempeñó como Profesor de la Carrera de Biología en la Universidad Javeriana de Cali, programa que también ayudó a fundar. Como profesor universitario, educó a una nueva generación de biólogos interesados por la ecología tropical. El legado de Gustavo queda plasmado tanto en sus estudios como en el número de biólogos que formó con verdadero amor y dedicación. De hecho, sus trabajos sobre la ecología de aves en ambientes fragmentados, piezas sustanciales de historia natural, son investigaciones inspiradoras no solo para ornitólogos sino para todos quienes esperar proteger el patrimonio natural.
Nos deja no solamente un gran científico y tremendo naturalista, sino un gran ser humano, de una integridad ejemplar, quien a pesar de las limitaciones que le impuso su enfermedad en los últimos días, siguió trabajando incansablemente. Buen viaje.